¿Por qué debemos analizar la realidad?

Existe una gran cantidad de personas en el mundo que viven casi al margen de los acontecimientos que se suscitan a nuestro alrededor, otras tantas que se conforman con enterarse de lo que ocurre leyendo y escuchando sólo los titulares de la prensa y se hacen de una opinión medianamente informada. Luego están los otros que se aturden con la prensa amarillista y la frivolidad; éstos sí están bien enterados de ese tipo de mundillo que vende intimidades, prestigios, dignidad...
Los cristianos, específicamente los católicos... ¿debemos informarnos de los acontecimientos? ¿Para qué informarnos?
El católico debe plantearse la fe a través de las 3 realidades en las que participa: La Iglesia, El Reino y el mundo. Somos, sin duda, parte del mundo en el que no todos son cristianos y no todos pertenecen a la Iglesia, pero estamos llamados a acercar el Reino de Dios a todo el mundo. Es decir, más que informarnos es nuestro deber, hacer una análisis de la realidad y desde ahí transformar el mundo, esa realidad que como cristiano sé que impide que los demás vivan con dignidad, como hijos de un mismo Padre. El análisis de la realidad es tan importante como participar de la Eucaristía.
de partida uno debiera plantearse una serie de interrogantes tales como:
Si el sistema económico imperante en el mundo es tan bueno y eficiente, ¿por qué mueren al día 35 mil niños de hambre? ¿Cuántos abortos se practican diariamente en el mundo? ¿Cuántos son encarcelados por proclamar su fe, sus ideales? etc.
Si la democracia es el sistema de gobierno más eficiente... ¿por qué no estimula la participación ciudadana? ¿Por qué sólo una pequeñísima parte de la población toma decisiones importantísimas y millones se quedan al margen, en desacuerdo con esas medidas?
Si el hombre está avanzando, creando cultura, avances científicos y tecnológicos, ¿por qué la tendencia es hacia un marcado individualismo? Cada vez hay más gente sola, aumentan las enfermedades psicológicas: depresión, vértigo, crisis de pánico, insomnio. ¿Es ese el jardín del Edén que nos promete el mundo?
¿Cómo puedo yo cambiar esta realidad que no me gusta, que considero injusta? ¿podré yo solo? ¿O es mejor actuar como comunidad? ¿Desde dónde puedo comenzar?
La Iglesia estimula la participación en la política porque la considera la expresión excelsa de la caridad cristiana, el bien común.

Vivamos la virtud de la caridad, comenzando desde nuestros sitios de trabajo, en nuestra familia, en el barrio, en las organizaciones sociales, en mi comunidad parroquial.