respondiendo a la Srta. Marmota
Marmota:
Me has hecho preguntas muy interesantes, pero he de reconocer que no soy experta en el tema y estimé mejor dedicar esta entrada a responderte.
1º Según la RAE, mortificar es: Domar las pasiones castigando el cuerpo y refrenando la voluntad. Supongo que esta práctica está acorde con los dos propósitos del dolor: la purificación y el mérito. Actualmente no sé si existe ésta práctica común en otros tiempos. Me parece que dentro del Opus Dei se da, pero no estoy segura.
El asumir el dolor como una participación de la Pasión de Cristo y una unión con el sacrificio redentor que Él asumió en completa obediencia al Padre, forma parte de eso que te escribí más arriba. Por otro lado el dolor nos fortalece, bien asumido claro está, y esto es válido para todos: ateos, budistas, cristianos, etc.
Puedes encontrar más y mejor información en la Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II Salvifici Doloris. También encontrarás excelente material en las obras de Viktor frankl.
En todo caso, en las situaciones de enfermedades donde los dolores son muy fuertes y se sufre durante mucho tiempo la Iglesia enseña que no es apropiado esperar que todas las personas manifiesten una virtud heroica, y que los analgésicos pueden ser usados, aún en el caso de que causen un estado de lucidez parcial o el aceleramiento de la muerte en algunos casos.
2ª pregunta:
La verdad no la entiendo mucho... ¿de qué penitencia me hablas, quiénes son los penitentes? me parece que hay, no sé si contradicción, con tu primera pregunta ¿o es que están enlazadas? ¿Miedo a la penitencia?... No, por más que busque la forma de entender ésta pregunta, no puedo.
3ª pregunta
Los cristianos católicos vivimos 3 realidades a la vez: El mundo, la Iglesia y el Reino de Dios. No es que queramos separarnos del resto, pero los valores que vive el mundo van en contra de los valores del Reino, y es el Mundo el que se aparta del Reino. Por otro lado, la Iglesia desde que la Palabra salió de Jerusalén, está empeñada que todos formemos un solo Pueblo como nos mandó Cristo. El anuncio de la Buena Nueva, que es Cristo y la conversión a Él es para todos, y cada uno haciendo uso de su libertad la acepta o la rechaza.
¿Por qué la separación? Jesús, mí Señor, lo explica mucho mejor que yo:
Jn17,11b-19 En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo:
«Padre santo, protege en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como tú y yo somos uno.
Mientras yo estaba con ellos en el mundo, yo mismo protegía en tu nombre a los que me diste. Los he custodiado de tal manera que ninguno de ellos se ha perdido, fuera del que tenía que perderse, para que se cumpliera lo que dice la Escritura. Ahora, en cambio, yo me voy a ti. Si digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, es para que ellos puedan participar plenamente en mi alegría.
Yo les he comunicado tu mensaje, pero el mundo los odia, porque no pertenecen al mundo, como tampoco pertenezco yo. No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del maligno. Ellos no pertenecen al mundo como tampoco pertenezco yo. Haz que ellos sean completamente tuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.
Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí. Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos se consagren a ti, por medio de la verdad».
¿Por qué el castigo como sufrimiento es base para que todo funcione?
Los cristianos católicos creemos en un Dios vivo que es AMOR y que nos creó para que seamos felices. Dios no nos manda pruebas o sufrimientos. La base para que todo funcione, tierna Marmota, es que amemos como Cristo nos amó, descubrir a Dios, su verdadero rostro, su misericordia infinita para con nosotros (Parábola del hijo Pródigo Lc 15, 11-32) El que crea lo contrario no conoce a Dios, y por lo tanto, no puede amarlo, y le será muy difícil amar a los demás.